ROSALÍA SÁNCHEZ
Un ejecutivo de Deutsche Bahn ha confirmado que la empresa pública de ferrocarriles alemana abrirá en otoño una oficina de compras en Pekín, con el objetivo de establecer relaciones comerciales y convertir en sus proveedores de trenes y piezas a dos grandes empresas chinas, RSE y CNR. A simple vista, parece el mundo al revés. El gigante tecnológico alemán sustituye su propia tecnología Siemens y abre la puerta del comercio mundial al fabricante low cost asiático.
La operación es presentada en casa como una cuestión de competitividad. «En tres o cinco años, Asia y muy especialmenteChina adquirirá un papel clave en nuestra política de compras«, ha explicado Heike Hanagarth, que reconoce que «el gobierno chino tiene gran interés en aumentar la cuota de exportación de su industria ferroviaria».
No es de extrañar ese «interés», teniendo en cuenta que China, con 4.000 millones de dólares en reservas de divisas, viene financiando a menudo sus ventas de trenes al extranjero con préstamos propios. Lo chocante podría resultar el interés de Alemania por promocionar a su principal competidor mundial en exportaciones, incluso hasta el punto de estar dispuesta a romper el cliché de la calidad de los trenes alemanes. «Los tiempos en los que China y calidad eran enunciados contradictorios ya han terminado», dice Hanagarth, en declaraciones más propias de un comercial chino que de un responsable de compras alemán, argumentando que «queremos que en 2017 una parte de las 35.000 ruedas que necesitamos al año sean importadas desde China». Hasta ahora esos componentes se fabricaban en Bochum.
Comercio bilateral
No se trata de un caso aislado. Desde hace ya un lustro, Alemania parece haber llegado a la conclusión de que es inútil enfrentarse a la potencia comercial china y que lo más inteligente es unirse a ella. El comercio de China con Alemania durante los últimos años ha constituido casi una tercera parte de su comercio total con la UE. Alemania representa el 25%de la inversión total de la UE en China y el 40% del valor de la transferencia de tecnología del bloque para China.
Con el comercio bilateral rondando los 200.000 millones de dólares, unas 600 veces la cifra de 1972, la cooperación económica y comercial Alemania-China es el área más exitosa de los lazos UE-China y la inversión de Alemania sobrepasa los 1.500 millones al año, con un crecimiento anual de alrededor del 2%.
Esta es la manera en la que Alemania y China, codo con codo, están modelando juntas el proceso de la globalización. Su alianza comercial alimenta mutuamente a las dos economías, permitiendo a Alemania superar los años de la crisis con menores daños y China se ha convertido en la fábrica del mundo sobre la base de la ingeniería alemana. Más que una relación comercial y teniendo en cuenta que la canciller Merkle visita una vez e incluso dos veces al año Pekín, estaríamos hablando de una relación estratégica. En alguno de esos viajes, ha llegado a llevarse hasta a siete de sus ministros ,el nivel más alto del mecanismo de consulta que China tiene con un país occidental.
«El éxito de esta cooperación va más allá de la relación bilateral», confirma Friedolin Strack, director gerente del Comité Asia Pacífico de Empresas Alemanas, que avanza que Alemania está abriendo un camino que en breve plazo seguiremos también los demás, ya que «si las grandes compañías alemanas invierten en una fábrica en China, entonces los proveedores de otros países europeos, como España, Francia e Italia, las seguirán. Esto es seguro».
Fuente: elmundo
