Aunque los países del sur de Europa son los más atractivos para la inversión china, algunos fiascos recientes lastran la imagen nacional.
Toros, fútbol y flamenco. El imaginario colectivo que la población china asocia a España es una losa para las empresas que tratan de comercializar en el gigante asiático productos y servicios con gran valor añadido. De la misma forma, las firmas chinas que buscan conocimiento y prestigio con fusiones y adquisiciones empresariales no tienen a nuestras compañías en su lista de prioridades. España llegó tarde a China y aún no ha logrado recortar la distancia que le separa de las potencias europeas. No obstante, poco a poco, la diferencia es menor. De hecho, el tristemente célebre grupo de los PIGS (en el que nos acompañan Portugal, Italia y Grecia) fue el que logró captar más inversión china en 2015 y se ha convertido en el que más interés despierta en el Gran Dragón tras Reino Unido, Francia y Alemania.
En España se superó el año pasado por primera vez la barrera de los 2.000 millones de dólares de inversión china (1.835 millones de euros), más del doble que en 2014. Son datos recopilados en un informe por Esade y Cuatrecasas, aunque todavía estamos claramente por debajo de británicos (19.953 millones de euros), franceses (16.539 millones), alemanes (9.752 millones) e italianos (9.460 millones) en sus preferencias.
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Buena muestra es la reciente venta de Urbaser, la filial de servicios de limpieza y tratamiento de residuos de ACS, al grupo chino de inversión Firion. El montante final, que podría alcanzar los 1.400 millones de euros, se convertirá en la mayor operación china en España, aunque aún está pendiente del visto bueno del órgano de Competencia (CNMC).
El interés chino se extiende también a los sectores inmobiliario, agroalimentario y turístico. Si se consideran todas las inversiones de la segunda potencia económica mundial en España desde 2014, solo el energético logra superarles: 327 millones de euros han ido al ‘ladrillo’, 163 millones al turismo y 110 más al campo. «A diferencia de lo que sucede en países considerados más avanzados, muchos chinos piensan que en España se puede invertir más barato y, posiblemente, también con mayor rédito», apunta Luis Galán, consejero delegado de 2Open, una consultoría centrada en inversiones bilaterales.
No obstante, tres sonados fiascos han provocado importantes dudas sobre el atractivo de nuestro país: la frustrada compra del Edificio España por parte de Wanda –que, sin embargo, sí terminó adquiriendo la cadena de cines Cinesa por 1.100 millones–, seguramente la noticia que ha tenido más relevancia en China; la salida del Grupo Fosun de Osborne, que ha recuperado el 20% de los títulos que tenía el conglomerado chino; y el polémico cese de los cuatro consejeros que HNA mantenía en el consejo de administración de NH Hoteles, pese a ser el primer accionista (29%). «Son casos que provocan recelo en los inversores chinos, ya preocupados por las diferencias en el marco legislativo», apunta Galán. Quizá por eso prácticamente no se han producido inversiones de una envergadura muy elevada.
Desde el gigante asiático es algo diferente. «Existe entre los españoles una animadversión que surge de la población y termina impregnando a los empresarios de su país, que no saben muy bien si tratar las inversiones chinas como una oportunidad o una amenaza», apunta una consultora de inversión de Shanghái.
Pese a ello, el gigante chino del comercio electrónico Alibaba abrirá en febrero su primera sede oficial en España (Madrid), el segundo país donde tiene más usuarios. Y, además, se aliará con Correos para llevar productos españoles a China. Suma y sigue.
Fuente: eldiariomontanes