Ver a un chino y a su familia comiéndose una arepa en Caracas dejó de ser, en los últimos años, una escena extraordinaria. Un síntoma claro del aumento de la presencia china en Venezuela.
Y, para algunos, un símbolo de la creciente dependencia del país del gigante asiático.
Las relaciones militares, comerciales y políticas entre Venezuela y China -y, con ello, el creciente número de chinos en los barrios acomodados de la capital venezolana- no han hecho más que fortalecerse durante los últimos 17 años de gobierno chavista.
Una gran parte de la producción futura de petróleo venezolano ya está vendida a China y numerosos y multimillonarios fondos de inversión en el país sudamericano son financiados por Pekín.
Y ahora -cuando la economía venezolana está en recesión; cuando los precios del petróleo, su mayor fuente de ingresos, caen estrepitosamente- China puede ser el hermano mayor que le diga al presidente Nicolás Maduro «acá estamos para ayudarte».
Por eso el mandatario llegó este martes a China: «Para enfrentar los nuevos proyectos en las circunstancias que tiene nuestra patria, de merma de los ingresos producto de la caída estrepitosa de los precios petroleros», dijo.
Y con eso, con más posibles créditos de China a Venezuela, las alarmas en la oposición de una supuesta «invasión china» se vuelven a prender.
Estrechas relaciones
Hasta julio del año pasado -cuando el presidente chino, Xi Jinping, visitó Caracas- Venezuela y China habían firmado 450 convenios en diferentes campos desde que Chávez llegó al poder, en 1999.
Entre 1974 y 1998, en contraste, se habían firmado 74 acuerdos.
Después de EE.UU. (que importa alrededor de 800.000 barriles de crudo venezolano al día), China hoy es el segundo socio comercial de Venezuela.
Cada día, China importa entre 300.000 y 600.000 barriles de petróleo venezolano, según cifras de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Hasta julio pasado, se habían invertido US$56.000 millones en distintos fondos conjuntos, según dijo Maduro durante la visita de su homólogo chino.
De eso, unos US$45.000 millones fueron financiados por créditos que Pekín le ha dado a Caracas para proyectos en todo tipo de áreas, en especial petróleo, minería y electricidad.
Y hoy, que esa deuda se está pagando con barriles de petróleo venezolano, la financiación ha dejado de ser solo para proyectos: ahora puede ser inyectada a las reservas internacionales de Venezuela o es entregada en yuanes para que Caracas compre productos en China y luego los importe.
Desde que la economía venezolana empezó a sufrir por la falta de divisas (que se traduce en desabastecimiento, inflación y déficit fiscal), Maduro ha firmado varios acuerdos con China.
Y su visita esta semana busca, dijo, consolidar los convenios firmados en julio pasado.
¿Relación de dependencia?
Cada vez que vuelve a flote el tema de las relaciones entre los dos países, la oposición venezolana denuncia que los funcionarios del gobierno se han «robado» la plata que China le ha prestado al país.
Muchas de las obras de infraestructura, vivienda, salud o educación que estaban pautadas para construirse con ese dinero no se han realizado, denuncia la oposición, al tiempo que se queja de que «le estén entregando el país a China».
Pero, para Jorge Pérez, profesor de economía política de la Universidad Central de Venezuela, «no le están entregando el país, sino vendiendo».
Y se pregunta: «¿Cuál es la diferencia entre vendérselo a los chinos que vendérselo a los gringos, como quisieran en la oposición?».
Por otro lado, Jeff Colgan, especialista en geopolítica y energía del Watson Institute de la Universidad de Brown, en Boston, EE.UU., dice que «la palabra dependencia me parece un poco fuerte, pero sin duda para Venezuela la relación con China es muy importante, mucho más que para China».
«Para China es una inversión marginal que sin embargo le interesa, porque asegura el acceso a petróleo en el país con las mayores reservas», le explica a BBC Mundo.
¿Con qué volverá Maduro a Caracas?
Además de China, la gira de Maduro incluye países productores de petróleo, donde busca llegar a un acuerdo para bajar la producción y recuperar los precios de hace seis meses, cuando el barril estaba 50% más caro que ahora.
Colgan dice que no ve posible que Maduro alcance dicho propósito, y duda de que China le preste más plata de la ya pautada.
Sin embargo, hay quienes creen otra cosa: «Maduro no va a acordar algo, sino a firmar convenios que ya están acordados», le dice Pérez a BBC Mundo.
Y añade: «En algunos sectores especializados existe la impresión de que Chávez ya tenía acuerdos de financiamiento con China para cuando bajara el precio del petróleo».
La baja de los precios del crudo ha hecho que algunos analistas financieros duden de la capacidad de Caracas de pagar su deuda externa.
En ese sentido, también dudan que China les preste más plata.
Estamos seguros de que el viaje (de Maduro) va a favorecer la cooperación entre China y Venezuela y estrechar los lazos entre ambos países»
El director para Latinoamérica del Ministerio de Exteriores chino, Zhu Qingqiao, dijo el lunes que «estamos seguros de que el viaje (de Maduro) va a favorecer la cooperación entre China y Venezuela y estrechar los lazos entre ambos países».
Por eso Pérez no cree que Maduro vuelva a Caracas con las manos vacías: «Quienes predicen lo contrario son analistas que se ponen en la cabeza de los chinos como si ellos fueran chinos», dice.
Y concluye: «Pero resulta que los chinos son chinos y lo más probable es que piensen diferente y presten la plata», dice.
Hoy en Venezuela, más que en cualquier país de la región, abundan los carros, las motos, las tabletas y los celulares chinos, entre otros productos, que son vendidos a precios muy económicos.
Si Maduro vuelve de China con algo entre la manos, se espera que en Venezuela se vean más carros, más motos, más tabletas y más teléfonos chinos.
También, entonces, se verán más chinos con sus familias comiendo arepas en Caracas.