La industria local se reivindica frente al país asiático y la mano de obra barata
La fabricación en suelo valenciano compite a base de productividad, calidad, buenos equipos o tecnología con países con menos coste laboral
INÉS HERRERO | VALENCIA
Es posible ser competitivo desde Valencia frente a productos fabricados en China o en países con mano de obra barata y, además, salir ganando en la comparación y afrontar el futuro con perspectivas de crecimiento. Así lo atestiguan infinidad de experiencias empresariales con sello valenciano, cada una con sus elementos diferenciales y su propia fórmula del éxito.
En el caso de Ubesol, dedicada a la fabricación de toallitas para la higiene personal y limpieza del hogar, hace diez años tenía varios proyectos para fabricar en China, pero finalmente los descartó todos porque la única diferencia era la mano de obra barata. Su presidente, José Luis Soler, es claro al respecto: «Vimos que lo que se podía hacer en China, se podía hacer también aquí, y preferimos crear riqueza en España, y si es posible en Valencia, mejor». A esa filosofía apunta como el origen de su relación con Mercadona, la empresa de Juan Roig y su único cliente. Según Soler, esa vinculación le aporta estabilidad y los números cuadran, ya que «la empresa va cada vez mejor». Para ser competitivo, apuesta por la formación y la tecnología aplicada a la fabricación.
Por su parte, el director general de la factoría valenciana de Celestica, Juan Antonio Ros, explicó en una jornada reciente que la suya es una historia de éxito, a diferencia del resto de plantas que IBM vendió en Europa, precisamente porque supieron transformarse y pasar de uno a 18 clientes y de dedicarse al ensamblaje y configuración de sistemas con poco contenido manufacturero a fabricar electrónica manufacturada, principalmente para defensa y el sector aeroespacial -donde existen barreras de entrada para China y otros países que se consideran no aptos, asegura- y también electromedicina y electrónica industrial. Para él, la clave es un equipo potente y capacidad de adaptación, de aprender cosas nuevas para ser más competitivos y también para saber cambiar de liga. «Cuando la única diferencia es el coste, hay que irse rápidamente de ahí y cambiar de producto, buscar alternativas, ser capaces de encontrar otro segmento en el que mantengamos alguna ventaja competitiva», subrayó Ros.
A su vez, el manufacturing manager de Autoliv, Luis de Diego, incide en que «hay que ganar en calidad y productividad a países con costes bajos y también a competidores internos». En su caso, «la nueva amenaza como región es el norte de África porque está sólo a cientos de kilómetros y ofrece costes laborales más bajos» y, además, tiene a sus máximos competidores dentro del grupo, como la planta de Polonia. Desde La Pobla de Vallbona, advierte de los riesgos intrínsecos de producir en países de bajo coste, tales como el elevado coste de hacer frente a la falta de suministros por problemas de distinta índole en China, Ucrania, Túnez o Egipto.
De Diego defiende que «el gran ahorro está en los materiales, en la logística, en todos los flujos, más que en la parte puramente industrial», con adaptación y reutilización de medios productivos, gasto contenido en vez de grandes inversiones tecnológicas. «Desde Valencia se lucha con productividad y calidad, consiguiendo fabricar más barato a base de mejorar nuestros procesos», explica a LAS PROVINCIAS, para después destacar que se trata de una factoría estable, que realiza la mitad de las ventas fuera de España y no tiene a Ford como su mayor cliente, pero no puede bajar la guardia en términos de productividad, calidad y reducción de costes. «Proyectos globales requieren proveedores globales capaces de suministrar de forma global», sentencia.
Fuente: lasprovincias