Por Andrew Batson
BEIJING—Una de las soluciones más mencionadas para los actuales problemas económicos de Estados Unidos es que este país produzca más de los aparatos de alta tecnología que el resto del mundo desea tener.
Sin embargo, dos investigadores han encontrado que el teléfono inteligente iPhone de Apple, uno de los íconos de la tecnología estadounidense, en realidad le agregó US$1.900 millones al déficit comercial de Estados Unidos con China el año pasado.
¿Cómo es posible? Los investigadores dicen que las formas tradicionales de calcular el comercio mundial producen cifras pero no captan las complejidades de los intercambios globales, en los cuales el diseño, la fabricación y el ensamblaje de productos a menudo involucran a varios países. El resultado es «una visión distorsionada» que exagera los desequilibrios comerciales entre los países, aseguran.
Las estadísticas consideran al iPhone como una exportación china a EE.UU., a pesar de que está totalmente diseñado en este país, es propiedad de una compañía estadounidense y es fabricado con partes producidas en varios países asiáticos y europeos. China se encarga del paso final: el ensamblaje y el envío de los teléfonos inteligentes.
El iPhone habría agregado US$1.900 millones al déficit comercial de EE.UU. con China en 2009. Reuters
No obstante, la totalidad del costo mayorista del iPhone de US$178,96 se contabiliza a favor de China, a pesar de que el valor de la mano de obra de los trabajadores chinos de Hon Hai Precision Industry Co. sólo representa 3,6% de ese total, es decir US$6,50, según los cálculos de los investigadores.
Una vocera de Apple dijo que la empresa declinó referirse al tema.
El resultado es que, según las estadísticas oficiales, «incluso los productos de alta tecnología inventados por compañías estadounidenses no aumentarán las exportaciones de EE.UU.», escriben en el informe Yuqing Xing y Neal Detert, del Instituto del Banco de Desarrollo Asiático, un centro de estudios de Tokio.
No es un problema que tenga que ver con los productos de alta tecnología, sino con la forma en que se contabilizan las exportaciones e importaciones, añaden.
El estudio se suma a un creciente debate técnico sobre las estadísticas comerciales tradicionales que podría tener consecuencias en el mundo real. Las cifras convencionales sobre comercio son la base de las batallas políticas que se libran en Washington y Bruselas respecto a qué hacer con la política cambiaria de China y sus prácticas comerciales supuestamente desleales.
Hay una tendencia creciente a cuestionar la presunción de que cada producto despachado por un país es enteramente producido en ese país. «Lo que llamamos ‘Hecho en China’ significa en realidad ensamblado en China, pero lo que constituye el valor comercial del producto proviene de numerosos países», dijo en un discurso en octubre el director general de la Organización Mundial del Comercio, Pascal Lamy. «El concepto de que hay un país de origen para los bienes manufacturados se ha vuelto paulatinamente obsoleto», observó.
Lamy dijo que si las estadísticas comerciales se ajustaran para reflejar el valor real que contribuyen diferentes países a un producto, el déficit comercial de EE.UU. con China, que asciende a US$226.880 millones de acuerdo con cifras estadounidenses, se reduciría a la mitad. Esto significa, argumentó, que las tensiones políticas vinculadas a los déficits comerciales son más grandes de lo que deberían.
Corregir el sesgo es difícil, sin embargo, porque exige un conocimiento detallado de cómo se fabrican los productos.
Analizar las importaciones y las exportaciones en términos del valor agregado por diferentes países también puede llevar a algunas conclusiones controvertidas. Algunos legisladores estadounidenses, por ejemplo, piensan que China debe dejar que el yuan se aprecie en forma significativa frente al dólar para reducir la brecha comercial entre ambos países.
Si el yuan subiera 20% con respecto al dólar, el costo en la moneda estadounidense de producir el iPhone en China subiría en la misma proporción. Según los investigadores, eso significaría que el costo del ensamblaje aumentaría de US$6,50 a US$7,80, agregando solamente 0,7% al costo global de manufactura. Es improbable que eso altere el flujo de comercio entre EE.UU. y China.
La estrategia de valor agregado muestra que, en realidad, las ventas de iPhones están añadiendo valor a la economía estadounidense, en lugar de restándole, como se desprendería del enfoque tradicional.
Basados en las ventas en EE.UU. de 11,3 millones de iPhones en 2009, los investigadores estiman que las exportaciones chinas de iPhones totalizaron US$2.020 millones. Tras restar US$121,5 millones de importaciones chinas de partes producidas por firmas estadounidenses como Broadcom Corp., calculan que China acumuló un superávit, y EE.UU. un déficit, de US$1.900 millones en iPhones. Pero si sólo se contabilizara la parte que China produjo del valor de un iPhone, EE.UU. acabaría con un superávit de US$48,1 millones tras descontar las partes que aportan las firmas estadounidenses.
Algunos economistas sostienen que la metodología de los investigadores los podría haber llevado a exagerar. El estudio asume, por ejemplo, que Toshiba Corp., de Japón, y Samsung Electronics Co., de Corea del Sur, que fabrican componentes para el iPhone, los ensamblan en sus países de origen. Pero numerosos proveedores de Apple tienen plantas en China, por lo que es probable que al menos una parte de los componentes también se fabriquen en China.
Los resultados del estudio, en todo caso, son parecidos a los de un análisis del Centro de la Industria de la Computación Personal, de la Universidad de California en Irvine, del comercio y la manufactura de otro producto de Apple, el iPod. Esa investigación también encontró que China sólo representaba unos pocos dólares del valor de un iPod, aunque las estadísticas comerciales le asignaban a China el valor total del reproductor de música digital.
En un discurso pronunciado en septiembre en Nueva York, el primer ministro chino, Wen Jiabao, se apoyó en esa investigación para manifestar que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se exageran. Un gran número de las exportaciones de China a EE.UU. es fabricado por empresas tercerizadoras, sostuvo, de modo que Washington no debería criticar a China por acumular un amplio superávit comercial. «Empresas financiadas desde el extranjero, incluyendo empresas estadounidenses, son los grandes beneficiarios», indicó.