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¿Qué pasa cuando las imitaciones vendidas por Internet mejoran al original y lo dice el presidente de Alibaba?

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El mundo del comercio está que arde estos días y no le faltan razones. El fundador de Alibaba, uno de los mayores gigantes mundiales de las ventas por Internet, Jack Ma, ha dicho que los productos falsificados en China tienen hoy tanta calidad que se han vuelto incluso mejores que algunos artículos genuinos. Eso, “naturalmente”, complica los esfuerzos que su portal hace para erradicar a los grandes falsificadores los servicios de venta online. Un buen escudo, pero habría que ver si es fiable porque la primera prueba está en el precio: quien compra o vende barato es porque maneja producto falto. Según datos del propio Ministerio de Comercio chino, el 40% de los productos que se venden desde aquel país por Internet son falsificaciones.

Las marcas globales han dependido durante muchos años de China y otros países de fabricación a bajo coste para reforzar sus márgenes comerciales. Pero esas mismas fábricas se han vuelto más sofisticadas con los años y ahora están usando Internet – incluyendo las plataformas de Alibaba – para vender sus propios productos (falsificaciones muchas veces) directamente a los consumidores. El problema de la venta de falsificaciones por Internet en un mundo cada vez más globalizado deja al aire algunas de las carencias del sistema y las dificultades de poner puertas al campo.

El fundador de Alibaba explicó en una conferencia con analistas e inversores hace unos días que su compañía “lucha contra la venta de productos falsificados”, pero djo que cada vez le cuesta más porque la calidad de los productos de imitación ha mejorado mucho en los últimos años. También dijo algunas verdades dolorosas para quienes durante años se han beneficiado de producir a costes orientales y vender a precios occidentales.

Internet, aclaraba Ma, ha desintermediado tanto el comercio mundial que las fábricas que antes trabajaban para las grandes marcas ahora venden sus productos directamente a los consumidores. Los materiales, los trabajadores, los diseños… todo es igual o incluso está mejorado. Y venden a precios de China.

«No son los productos falsos los que están haciendo tanto daño a las marcas de lujo, sino los nuevos modelos de negocio», comentaba Jack Ma. Una forma de mirar para otro lado que podría beneficiarle porque busca consumidores chinos para reforzar su crecimiento, pero que también podría perjudicarle ahora que Alibaba está en el ojo del huracán de inversores y marcas internacionales por tener cierta fama de dar refugio a imitadores y fabricantes de copias falsas a través de su portal Taobao y otros.

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La empresa entró en la coalición internacional de lucha contra los productos falsificados y la piratería pero su participación se suspendió en mayo después de que algunos miembros protestaran por considerar que no hacía lo suficiente para sacar las falsificaciones de sus mercados.

Jack Ma
Natalie Behring, Wikimedia Commons

Alibaba es un verdadero coloso: su negocio supera al de la suma de Amazon y eBay. La compañía espera llegar a los 423 millones de compradores online en todo el mundo este año, principalmente a través de sus sitios Tmall.com y Taobao, y alcanzar los 2.000 millones de consumidores antes de 2036 y más de 900.000 millones de dólares en ingresos para 2020.

El problema es que estas empresas chinas explotan diseños de otros. Los comentarios de Ma chocan también con los intereses de quienes tratan de limpiar la imagen de China en el extranjero. Incluso el director del Centro de Investigación de comercio electrónico de China, Cao Lee, ha calificado de “inapropiado para una persona de condición de Jack Ma” hacer estas declaraciones en público.

Alibaba ha reiterado que tiene los datos, la tecnología y el deseo de ayudar a mantener a los falsificadores fuera de sus portales. Su colaboración con la policía china en 2015 dio como resultado la detención de 300 personas, la destrucción de 46 lugares donde se realizaban falsificaciones y la confiscación de productos por valor de 125 millones de dólares.

Navegar entre dos mares

El problema de Jack Ma es que navega entre dos mares igual de revueltos: amparar a las empresas chinas que han encontrado en Internet «el tesoro» fabricando copias e impulsar así el crecimiento chino o poner su potencial al servicio de las marcas para que sigan fabricando en China a bajo coste y vendiendo a precios occidentales. Ambos con Internet como brazo armado. Todo un reto.

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